Reúne todos los ingredientes.

Coloca la harina sobre una superficie de mármol o madera. Haz un pozo en el centro y rompe los huevos; añade sal.

Bate suavemente los huevos con un tenedor, incorporando la harina circundante, hasta que la mezcla esté líquida. Incorpora el resto de la harina a la mezcla usando una rasqueta hasta que se forme una bola con la masa. Añade agua, una cucharada a la vez, si la masa se siente demasiado dura.

Amasa la masa con las manos, aplanándola, estirándola y doblando la parte superior hacia el centro. Gira 45 grados y repite hasta que la masa esté suave y lisa, aproximadamente 10 minutos.

Forma la masa en una bola. Colócala en un bol y cúbrelo con envoltura plástica. Refrigera hasta que esté firme, de 30 minutos a 1 hora.

Divide la masa en 3 porciones iguales. Toma una pieza y aplánala un poco con las manos. Espolvorea la superficie de trabajo con harina y extiende la masa usando un rodillo 5 o 6 veces. Gira la masa 45 grados y extiéndela nuevamente, 5 o 6 veces. Sigue rodando y girando de la misma manera hasta que la masa esté muy fina de manera uniforme. Cuando sostengas la masa, deberías poder ver tus dedos a través de ella.