Reúne los ingredientes.

Precalienta el horno a 425 grados F (220 grados C). Engrasa un molde para pastel de 8 pulgadas con mantequilla y espolvorea ligeramente con harina.

Corta las fresas y mézclalas con 1/3 de taza de azúcar blanca. Reserva.

Combina la harina, 1/4 de taza de azúcar blanca, el polvo para hornear y la sal en un tazón mediano; incorpora la mantequilla con un mezclador de repostería o dos cuchillos hasta que la mezcla se parezca a migajas gruesas. Haz un hueco en el centro de la mezcla; agrega el huevo batido, la media crema y 1 cucharadita de vainilla. Mezcla hasta que esté justo combinado y no queden manchas secas, teniendo cuidado de no mezclar demasiado.

Coloca la masa uniformemente en el molde preparado.

Hornea en el horno precalentado hasta que un palillo insertado en el pastel salga limpio y la parte superior esté dorada, aproximadamente 18 minutos. Deja enfriar parcialmente en el molde durante unos 10 minutos. Voltea el pastel sobre una superficie limpia.

Mientras tanto, bate la crema espesa, el azúcar en polvo y la cucharadita restante de vainilla con una batidora eléctrica a velocidad media-alta hasta que se formen picos suaves, aproximadamente 3 minutos. Reserva.

Corta el pastel parcialmente enfriado por la mitad horizontalmente, haciendo 2 capas; reserva la parte superior. Escurre las fresas reservadas en un colador colocado sobre un bol pequeño, reservando cualquier jugo. Unta uniformemente el jugo de fresa sobre la parte superior de la capa inferior del pastel. Coloca la mitad de las fresas escurridas sobre la capa inferior del pastel.

Extiende la mitad de la crema batida uniformemente sobre las fresas; coloca la capa superior del pastel sobre la crema batida. Cubre con las fresas restantes y la crema batida.