Coloca las yemas de huevo en un tazón; bate con una batidora eléctrica a alta velocidad hasta que los huevos estén espesos y de color amarillo claro, aproximadamente 5 minutos. Añade gradualmente 1/4 de taza de azúcar y pasta de vainilla mientras sigues batiendo.

Vierte la crema en la parte superior de una doble caldera sobre agua hirviendo a fuego lento y cocina hasta que esté apenas caliente al tacto, unos 3 minutos. Vierte la mitad de la crema caliente en la mezcla de huevo, poco a poco, batiendo constantemente para que los huevos no se cuajen.

Vierte la mezcla de yema-crema en la crema restante en la doble caldera. Cocina a fuego medio, revolviendo continuamente, hasta que la mezcla se espese, de 8 a 10 minutos. No dejes que hierva.

Vierte la crema en 4 pequeños ramekins y refrigera durante un mínimo de 2 horas, hasta 24 horas.

Espolvorea cada crème brûlée con algo del azúcar extrafina restante. Usa un soplete para derretir el azúcar encima del crème brûlée. Se cristalizará a medida que se endurezca. Alternativamente, puedes usar el gratinador del horno, pero ten cuidado de no quemar el azúcar.